VICHAMA
– 3O AÑOS DE TEATRO EN COMUNIDAD
Y CULTURA VIVA COMUNITARIA
César Escuza Norero
Queridas amigas y amigos,
vivimos procesos, que cada día, se
hacen más globales, y como dicen
muchos maestros, entre ellos Celio Turino, las gestiones públicas culturales
han sido o aún son planeadas, como dice en el marco de pensamiento del (neo)
Liberalismo, donde solo vemos “la
cultura como un buen negocio”, o en el marco de la Ilustración elitista eurocéntrica
y occidental de "llevar luces a la gente inculta, a los indígenas sobre
todo", quitando así a la sociedad sus herramientas más preciadas: su
autonomía y su protagonismo. Si la cultura fuera entendida solo como un
producto, un sinónimo de modernización o negocios, la gente se quedaría fuera
del escenario. Felizmente, no todo tiene que ver con lo que se ha venido en
llamar, desde el siglo XX, industrias culturales.
Frente a este escenario es que se
promueve en toda nuestra querida Latinoamérica, desde hace unos 25 años, y con
más fuerza desde inicios del siglo XXI,
un fuerte movimiento cultural que surge desde las comunidades, y que
tiene su máxima expresión hoy en la Plataforma Puente de Cultura Viva
Comunitaria, (red de redes culturales), que tiene como una de sus luchas
principales lograr que el 0.1 de los presupuestos Nacionales se destinen a
potenciar las experiencias de Cultura Viva Comunitaria. Plataforma que define y
considera que Cultura Viva Comunitaria, son todas aquellas expresiones artísticas
y culturales que surgen de las comunidades, a partir de la cotidianeidad y la
vivencia de sus territorios. No es algo que se inserta, no es algo que se
instala, no es algo que se lleva, no es un proyecto que se va a desarrollar
en... Es algo que es, que esta y vive con la comunidad... Es lo primero que
tenemos que reconocer... Empezar por reconocernos como vecinas y vecinos
hacedores de cultura en nuestras comunidades, antes de que alguien nos
reconozca como tal.
En este marco, de antecedentes y
contextos, como todo migrante mis orígenes y mis raíces culturales, se remontan
a la ciudad de Huancayo en el Centro del Perú, donde se da mi primera etapa
formativa, entre 1976 y 1980. En tiempos de la dictadura Militar, nos movilizábamos
con dos ideas fundamentales: que los Militares se vayan a sus cuarteles y la
segunda, hacer una Revolución por
una democracia radical y profunda del país en todos los sentidos. Nuestros
escenarios eran las calles, los buses, las huelgas, las escuelas, los mítines,
las comunidades campesinas; en teatros improvisados, pequeños o grandes, también,
en grandes ruedos en parques y plazas, llevando nuestro arte pero un arte que
fuera entretenimiento, pero un
entretenimiento, como lo aconsejaba nuestro querido Bertolt Brecht de lo simple a lo complejo del ser humano, de
lo superficial a lo profundo, un teatro que forme un público ético/pedagógico
como lo diría Paulo Freire y después
Atahualpa del Chioppo y Augusto Boal, nuestra intención fundamental, era que la
gente pierda el miedo a encontrarse, pierda el miedo a la dictadura militar,
lograr que el espacio público vuelva a ser tomado por la población, organizando
movilizaciones, veladas y festivales cultuales en comunidades. Con esta
experiencia y la experiencia adquirida en el grupo Cultual “Sierra Intensa”
donde me forme con Víctor Hugo Arana, llegue a Ayacucho 78 donde me encontré
con Cuatro Tablas, el Odín Teatret, el teatro de Grupo y diversas experiencias
teatrales de Latinoamérica, de las que bebí, y que hasta el día de hoy, aún, me alienta y alimenta. Por
esos años también se gestaba mi encuentro y hermandad con Miguel Rubio, Teresa
Ralli y el grupo Yuyachkani.
A fines de los 70, formamos el
grupo cultural “La Muralla”, con el cual nuestro arraigo al movimiento cultural
Andino se hizo mayor. Así mismo, en esos momentos, por mis vínculos con el
movimiento cultural y político llego a conocer Villa El Salvador, mi visita es
muy corta, pero quede muy conmovido por las condiciones materiales de vida, tan
precarias, de ese entonces, pero
también impactado por el gran espíritu luchador de sus pobladores y la
forma de organización que habían forjado.
Es finalmente en el verano de 1981
que llego a Villa El Salvador para un encuentro, un intercambio cultural
temporal con el Centro de
Comunicación Popular, experiencia que cuando llegue tenía siete años de
existencia, hoy cuenta con 38 años y es líder de una de las experiencias
de radio y televisión comunitaria
y autogestionarias, más importantes del Perú. Mi encuentro temporal no se dio. Fui conquistado por Villa El Salvador y me quede hasta hoy.
Villa El Salvador se funda en Mayo
de 1971, al sur de Lima y genera
una de las más grandes movilizaciones poblacionales de Latinoamérica, en un mes
ya contaba con más de 100,000 habitantes, hoy es una comunidad, una ciudad, con
cerca de 400,000 habitantes que desde Junio de 1983 es un distrito más de la gran Lima.
Desde sus orígenes, para atender
sus principales necesidades
urbanas: vivienda, luz, agua, desagua, pistas; y de trabajo y producción; gesto
una de las organizaciones vecinales más importantes del Perú y Latinoamérica,
la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador, más conocida como
CUAVES, que a su vez inspiro un sin fin de organizaciones en la comunidad como
la Federación Popular de Mujeres, la Red de Bibliotecas Populares,
coordinadores juveniles, organizaciones de pequeños empresarios y también de
comerciantes, organizaciones culturales y deportivas, etc. Un tejido de organizaciones diversas en
las que se organizó cada vecino y vecina y desde la cual imaginó y construyó la ciudad en la que quería
vivir.
No puede estar completo este
escenario sino consideramos la dimensión cultural. Villa El Salvador es el
encuentro de todas las culturas y como diría J. M. Arguedas de todas las sangres. A Villa El Salvador llegaron
a vivir pobladores de todos los rincones del Perú, portadores de nuestras
culturas ancestrales, las culturas quechuas, aymaras, amazónicas, se
encontraron con las culturas afroperuanas, criollas, asiáticas y occidentales.
Se dice siempre que los primeros pobladores llegaron sin nada, que no trajeron
nada, que todo lo hicieron, pero no fue así, es cierto que no trajeron nada material, poro llegaron con
las alforjas y mantas cargadas de sus ricas culturas. Sin la dimensión
cultural, sin estas riquísimas raíces culturales, sin este encuentro
intercultural no se puede explicar cómo llego a desarrollarse tan rápidamente y
llegar a ser lo que es Villa El Salvador.
El teatro, como parte de la
cultura, fue una de las primeras actividades en practicarse. En una comunidad
que se formaba con pobladores con diversas maneras de ser, diversos hábitos y
conductas, necesitaban de un
escenario que los ayudará a encontrarse; las veladas artísticas eran grandes
pretextos para que vecinos más recatados, con otros más extrovertidos, letrados
e iletrados, quechua hablantes y amazónicos, norteños y sureños, aymaras y
afroperuanos pudieran encontrase y
empezar a construir nuevas relaciones y nuevas dimensiones culturales vivas y
cada vez más ricas; y también era el vehículo idea, a través de sus
escenificaciones, para dialogar sobre diversos problemas, necesidades y buscar soluciones. Eran suficientes cuatro cilindros,
cuatro tablones y dos lámparas de petromax para que la fiesta se iniciara. Así
mismo, el teatro, acompañaba, alegraba y daba sentido a diversas movilizaciones
y manifestaciones sociales y políticas de la comunidad.
Esta es la herencia teatral que
recibí cuando me integre al Centro de Comunicación Popular en 1981.
El Taller de teatro tenía una
actividad comunitaria muy fluida, para que los vecinas y vecinas de la
comunidad puedan participar Para dar continuidad a este proceso, propuse crear
un laboratorio creativo como parte del taller de teatro y que sistematizar la
experiencia de los casi diez años transcurridos, así como mejorar su labor.
Luego de dos años de dialogo y reflexión, en 1983, finalmente, se me permitió
formar un grupo más estable que acompañe al taller de teatro en su labor. Por
ese entonces ya había tomado contacto con Miguel Almeyda, muy interesado en el
teatro, con quien entable largas tertulias teatrales, que nos alimentaban
mutuamente, y formamos una gran amistad. Producto de estos encuentros, entre
otras cosas, un buen día él y los jóvenes que lo acompañaban, realizando un
taller de actuación, se integraron al taller del teatro del Centro de
Comunicación y algunos de ellos al Laboratorio de creación. Se sumaron a
ellos Rafael Virhuez,
posteriormente fundador y actual director de CIJAC juntamente con Graciela Díaz,
Arturo Mejía, posteriormente fundador y Director de Arena y Esteras, y Yolanda
Díaz. Así, dimos nacimiento a nuestra experiencia un 20 de Junio de 1983.
Nos propusimos hacer de nuestro
laboratorio, un teatro necesario y útil a la comunidad como venía siendo desde
los orígenes pero que esta vez tuviera un nivel estético y calidad. Queríamos
que las vecinos y vecinas se sintieran orgullosos de del teatro que hacían sus
hijos y del sentido de su teatro,
un teatro generador de conciencia, un teatro articulador de las
voluntades de la comunidad, de su memoria y visiones; pero también un teatro
que pusiera sus conocimientos, sus técnicas al servicio de la comunidad. Y un
teatro que enriqueciera la cultura que contribuyera a transformar y construir
una nueva sociedad. Propósitos que nos siguen inspirando y consideramos
muy vigentes.
Es así como surgimos, inicialmente
como parte del Taller de Teatro del Centro de Comunicación y desde 1993,
finalmente con un espacio propio, más dedicación, autonomía y protagonismo
adoptamos el nombre de Vichama.
Inspirados en estas visiones, les
menciono algunas de nuestras acciones más singnificativas.
“Dialogo entre Zorros”, estrenada
en 1985, es una obra que cuenta la historia de Villa El Salvador, y que aborda
el tema de nuestra identidad, se difundió durante dos años en Villa El Salvador y muchos pueblos jóvenes
de Lima y el Perú. Después de cada presentación siempre se realizaban
conversaciones con el público sobre la historia de la comunidad, grandes
discusiones que finalmente siempre fortalecían la identidad y el sentido histórico
de Villa El Salvador.
Luego vendría en 1987 “Carnaval
por la Vida”, la historia de las Mujeres de Villa El Salvador y como la guerra
interna destruida la vida: hijos presos injustamente, muertos, o sirviendo en
el servicio militar era el pan de cada día. Una obra que servía para afirmar
una cultura de paz, y luchar por la vida.
Ya por ese entonces se decía que
muchas experiencias en Lima y el Perú hacíamos teatro por la vida.
Fue un periodo muy duro, muchas
veces compañeros y compañeras de grupo terminaban, después de una presentación
teatral, detenidos por la policía o el ejército, acusados de terroristas. Por
ese entonces decíamos que hacíamos teatro por dignidad.
En medio de atentados, apagones y
coches bombas seguíamos encontrándonos con la comunidad.
Como para esta esta afirmación del
teatro por la vida, organizamos la primara actividad descentralizada para
celebrar el día mundial del teatro en Marzo de 1987. Decenas de grupo de teatro
de Lima se daban cita en Villa El Salvador; ese 27 de Marzo se movilizaron más
de 20,000 vecinos en torno al teatro. El teatro había echado raíces en la
comunidad.
A fines de 1990 teníamos que
iniciar la partida del espacio que nos había cobijado durante los últimos 7 años.
En la peor crisis, política y económica en medio de una guerra interna, nos
manteníamos tercas y tercos en seguir pensando que la cultura y el teatro era
importante para nuestra comunidad. En medio de este proceso nos sorprendió el
asesinato de María Elena Moyano, lideresa nuestra comunidad, a manos de un comando de aniquilamiento
de Sendero Luminoso. Por ese entonces varios integrantes de nuestra experiencia
liderados por Graciela Díaz, actriz del grupo, movilizaban cientos de jóvenes
en grandes eventos culturales por la vida. Después de la muerte de María Elena
estas actividades se intensificaron. A pesar de que no solo era Sendero, sino
también el ejército con sus operativos de rastrillaje, que nos cercaban. La
acción cultural de resistencia no se detuvo, muy por el contrario doblegamos
los esfuerzos, especialmente para atender a los sectores más vulnerables como
las niñas, niños y adolescentes, que encontraban en cada experiencia cultural
de la comunidad un espacio, un lugar, donde alimentar el espíritu y los
valores. Un espacio para perder el miedo y contagiar de ello a los vecinos y
vecinas y volver a tomar las calles y plazas. Porque todos sabemos que el miedo
es un gran enemigo, paraliza y aísla. No me cansaré de hablar del papel jugado
por las organizaciones culturales, frente a la muerte, la guerra y la violencia
de todo tipo. Bibliotecas populares, agrupaciones culturales y juveniles
batallaron duramente para cuidar la vida y recuperar la comunidad, con sus
cantos, sus danzas, sus murales, su música, sus periódicos, cuentos, módulos
rodantes de recreación y obras de teatro. Surgía así una manera distinta de hacer política.
Seguirían más obras de teatro como
Lirio Negro de la Esperanza, que cuenta la vida, obra y lucha de María Elena
Moyano, Memoria para los ausentes y Cuando la piel habla, sobre desapariciones
forzadas, discriminación racial y violencia contra la mujer. Aguas Profundas,
la historia de las comunidades y pueblos cuando se secan los ríos y Pelos Verdes, las historia del último árbol de la
ciudad. Siempre, acompañado todo esto de talleres de capacitación y formación
de niños, adolescentes y adultos, así como formación de formadores. Así como
foros ciudadanos como el Foro de la Cultura Solidaria, encuentro en comunidad
pero con participación nacional e internacional que llego a movilizar más de
54,000 personas en una semana y que inspiro otros foros de cultura solidaria en
Cuzco, y Marabá al Nordeste de Brasil.
Como parte de la reconstrucción de
la memoria en nuestra comunidad, el año pasado, volvimos a recrear DIALOGO
ENTRE ZORROS, esta vez, con la Red de Teatro en Comunidad, actualmente
integrada por CIJAC, Bigote de Gato, La Comuna de Villa y Vichama, con quienes
formamos la COMUNIDAD DE RECORDANTES. Obra que hasta la ficha se ha representado
a más de 25,000 personas, creo que es todo un record de audiencia, acompañado
de encuentros y foros, que como
mencione tienen como fin reconstruir la memoria e identidad de nuestra
comunidad.
En síntesis durante estos casi
treinta años:
. Hemos creado más de 40
producciones, presentadas diversamente en Comunidades de Perú, Latinoamérica,
Canadá, Europa y Asia; en diversos contextos sociales, políticos y culturales.
Actuaciones periódicas a través de la Red Latinoamericana de Teatro en
Comunidad y en IDEA - Asociación Internacional de Drama/teatro y Educación y en
redes asiáticas de teatro comunitario. Nuestro espacio creativo es el centro de
nuestro accionar.
.Hoy en Vichama, se encuentran actores, actrices,
arte/educadores y expertos para validar y sistematizar las experiencias estéticas
y pedagógicas. Participan en nuestros espacios pedagógicos anualmente, más de
quinientos vecinos y vecinas entre niños, niñas jóvenes y adultos, aprendiendo
y valorando el teatro y las artes en comunidad como proceso para la
transformación social y personal,
como calidad estética y como herramienta pedagígca.
. Como parte de este proceso
creativo, formativo y de encuentro con diversas comunidades, hemos
inspirado y motivado la creación
de experiencias similares a Vichama, en Perú, Latinoamérica y el mundo,
considerando la reconstrucción de la memoria, la conciencia de la identidad,
los derechos humanos y ambientales
y el intercambio intercultural,
fundamentales. Todo ello en un escenario dialógico y creativo.
. Nuestra colaboración en la labor
pedagógica en el teatro en comunidad para Latinoamérica desde la Red
Latinoamericana de teatro en comunidad es importante, resaltando nuestras
alianzas con Pombas Urbanas y ABRA, en Brasil, Teatro Trono en Bolivia, Catalina
Sur y el Circulo Cultura Barracas en Argentina y Nuestra Gente en Medellín,
Colombia.
. Así mismo, son hoy nuestros principales referentes, el Encuentro Pedagógico de Creadores y
Creadoras y la difusión cultural, a través de nuestro Centro Cultural, se
presentan diversas actividades artísticas
culturales alternativas, ya sean propios o de nuestros aliados e
invitados y donde asisten cada año un promedio de treinta mil espectadores.
. Somos parte del Consejo de las
Cultura y la Artes de Villa El Salvador, que después de muchos años de lucha,
la Municipalidad de Villa El Salvador,
finalmente, en diciembre de 2010, aprobó la ordenanza de su creación. Así
mismo somos impulsores, con muchas agrupaciones, de la Plataforma de Cultura
Viva Comunitaria en Villa El Salvador.
Finalmente en este contexto el
desafío, sigue siendo para Vichama, y experiencias como la nuestra, encontrar
personas, organizaciones, instituciones, dispuestas a colaborar, apoyar y
conformar alianzas, pero respetando fundamentalmente, la autonomía, el
protagonismo, y labor emancipadora de cada experiencia. Igualmente existe la necesidad, de encontrarnos frente a un Estado, un
gobierno, anclado en un paradigma diferente, que reconozca y fortalezca
principalmente las experiencias y agendas de Cultura Viva Comunitaria. En Lima,
en cada comunidad hay una riqueza creativa, pedagógica y de intercambio
cultural que merecen ser apoyadas,
después del gran esfuerzo hecho, contando con la esporádica o casi nula
colaboración del Estado. Paradójicamente, esta ausencia de relación con el
estado, y muy por el contrario muchas veces conflictiva, nos ha enseñado a valorar y tener mucha
conciencia de lo importante que es la autogestión, la labor autogestora en
nuestras experiencias culturales.
Pero hoy, para que la transformación
social, desde la cultura que contribuye a un verdadero desarrollo integral se
alcance, requiere de otras dimensiones de acción y de alianzas mayores que
construimos a través de diversas plataformas. Y demanda también una política pública cultural del Estado, desde el
Congreso de la Republica, desde el
Ministerio de Cultura, desde los Gobiernos Regionales, Municipalidades
Provinciales y Locales. Consideramos que
es responsabilidad de los gobiernos reconocer y mejorar las iniciativas culturales de
la Comunidad en el lugar en que ocurren. El hacer cultural y el territorial están
íntimamente relacionados. Y un programa como Cultura Viva Comunitaria solo
puede concebirse desde la lógica del bien común y no de la acumulación privada.
En este sentido, quiero resaltar
la labor de la Municipalidad Metropolitana de Lima, en el campo de la Cultura
Viva Comunitaria, hoy podemos hablar de un antes y un después de Susana Villarán.
La inversión realizada, en Cultura Viva, en lo que va de los casi dos años de
su gestión, es inédita, y muchos más aún, será, de aprobarse en Sesión de Concejo, la Ordenanza de Cultura
Viva Comunitaria que contempla un 30 % del Presupuesto de su presupuesto de
Cultura para Cultura Viva Comunitaria, con una proyección hasta llegar al 0.1%
de Presupuesto Municipal, así como un 10% de Presupuesto participativo
Metropolitano, también. Ordenanza que así mismo sirve de Marco para que los
gobiernos locales dispongan recursos para la Cultura Viva Comunitaria en cada Distrito
de Lima. Y por supuesto que desde la sociedad civil no vamos a permitir ningún
retroceso, a pesar de que hay fuerzas oscuras y reaccionarias que no les agrada
en nada que la cultura viva fortalezca su autonomía, protagonismo y se empodere
más, contribuyendo a una definitiva liberación y emancipación definitiva de
todo colonialismo.
Vivimos tiempos en que
no es posible entender transformación y desarrollo sin un enfoque cultural.
“Toda obra o proyecto
que se haga por la gente, sin la
gente, termina siendo contra la
gente”
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